La Hiru Haundiak es una marcha montañera que
une la ascensión a tres de las cimas emblemáticas de los Montes Vascos: Gorbea,
Amboto y Aizkorri. Hace unos años surgió la versión competitiva. Hay gente que
la sigue realizando con bota, y los más, con zapatillas de trail. Tienes como
tiempo límite 24h. para realizarla y se alargó hasta los 101 kms.
Es una prueba bienal. Tras participar en
2016, Quique nos animó a apuntarnos en 2017 a “Los Montes de Vitoria”, otra
marcha en la que sortean plazas para ésta. Nos tocó a él y a mí. Y a Marcos y
Jordi en el difícil sorteo. Expedición de cuatro, de la que al final se borró
Quique, Capitán Araña.
Total, que
llegamos a Araia los tres, y tras recoger dorsales y dejar la bolsa de vida, un
autobús nos llevó a Murgía, donde se da la salida, a medianoche. Nos juntamos
con Saioa y Álvaro.
Ya me habían
advertido de que el personal salía andando, pero no sabía hasta qué punto. La
lentitud de la salida y los tapones que se formaron fueron desesperantes. Quizás
salimos demasiado atrás, no sé. No es que pretendiéramos salir escopeteados,
pero caminar lentos al salir no era el plan.
Desde la
salida se puede decir que comienza la subida al Gorbea, primera cima “grande”.
De noche cerrada, niebla arriba y mucha humedad. La subida se hace por campas
de hierba, nada técnica. Nuestra idea era ir los tres en grupo. Tardamos poco
más de 2h. Sin ver nada, ni la cruz ni nada, una pena, nos lanzamos al
descenso. Un descenso muy resbaladizo por un sendero muy trillado de tierra y
barro entre pastos con bastante pendiente. Vaya culetazos que vi.
Milagrosamente salimos indemnes y con la culera limpia, cosa que muchos no
podían decir. Luego ya venía terreno más cómodo. Pistas y caminos. Pasamos el
avituallamiento de Ubidea, y nos dirigimos a Otxandio, pueblo en el que
teníamos avituallamiento en un polideportivo. Era el kilómetro 28,5. Llevábamos
4h. 21’. Estuvimos una media hora, demasiado tiempo, pero tuvimos que hacer parada
técnica los tres, uno detrás de otro, hubo poca coordinación. Nos cambiamos de
ropa, al parar se había enfriado la ropa húmeda. Los ánimos no estaban muy
allá. La oscuridad, la niebla, el barro del terreno…y ni siquiera un tercio de
carrera. Y venía la subida a Amboto y su temible bajada. Íbamos bien de tiempo
y de fuerzas, no tanto de temple. Se oían frases de “la última”, “me paso a las
10k”, “no me dejéis apuntarme a más”. Ahora en casa alguno lo niega y aduce que
tendría un bajón de azúcar.
Salimos de
nuevo a los caminos, rumbo a Urkiola, que a mí me sonaba de una prueba ciclista,
la Subida a Urkiola. Mis compañeros cambiaron las pilas del frontal, yo no me
acordé. Después, un tramo de pista ascendente y nos plantamos bajo el Amboto.
Así que además de por la subida, iba yo preocupado porque de un momento a otro
igual tenía que parar y cambiar el frontal en la oscuridad. Que por cierto
Marcos iba con uno de los focos de La Romareda, así que ahora que no me oye, yo
iba con mi frontal a baja potencia para ahorrar pilas, con el suyo veíamos yo y
todos los que iban a un kilómetro a la redonda. La subida es técnica, empinada
y por rocas calizas, algo resbaladizas subiendo y mucho bajando, porque se baja
por el mismo sitio. La gente es muy pesada y venga a preguntar cuánto quedaba,
y escuchábamos todos lo que algunos no queríamos escuchar,…”aún os queda, aún“.
Se hizo larga, pero en realidad no se sube mal, a poco acostumbrado que estés a
moverte por las montañas, eso sí es una subida lenta. Lo malo era pensar en la
bajada. No se corona Amboto, se llega a una brecha a poco de cima por seguridad.
Arriba estuvimos unos segundos, para reagruparnos, hacer la foto y yo sacar el
frontal de repuesto, pasé de cambiar pilas. La bajada la hicimos con cuidadín,
la roca resbalaba mucho, húmeda y recubierta de barrete. Es una bajada
delicada, pero en peores me he visto. La cosa era ir con mucha concentración
eligiendo agarres y el lugar donde pisabas. Alguno por ahí dio con sus huesos
en el duro suelo. Nosotros no. Comentamos que en esta carrera estábamos
soportando más cansancio mental del habitual debido a que entre la niebla y el
piso había que ir muy concentrado casi todo el tiempo. Llegar a pistas de nuevo,
fue un alivio.
Amaneció, pero
la niebla nos envolvía. De nuevo íbamos ya con la camiseta húmeda. Ascendimos
el muy bonito Monte Orixol. Vaya bosques, vaya entorno. El ascenso es durete,
pero el piso una autopista comparado con Amboto. Bajada al Puerto de Kurzeta y
nos plantamos en el km. 50. Nos animábamos entre los tres. Un acierto ir en
grupo. ¡Ahora ya íbamos restando! Pronto estaríamos en Landa (km. 60), base de
vida con la bolsa.
Llegamos a las 12h. 07’. Ya calculábamos que tardaríamos
entre 21 y 22 horas. No nos sobraba tanto tiempo respecto al corte, pero es que
el corte no es muy generoso. Nos propusimos estar en Landa unos 40’ y eso
tardamos en reanudar la marcha. Comida, cambio de todo, y ya las cosas se veían
de otra manera que en Otxandio. Las frases eran ya motivadoras. Visualizábamos
la entrada en meta, la duchita y la camita, y el chuletón.
Ahora venían avituallamientos
cada 5 kms. y se trataba de ir “partido a partido”. El piso ahora era
aceptable, senderos y pistas. Pero con subes y bajas continuos. Y algunas
cuestas eran poderosas. Por cierto, en los perfiles, todas las bajadas salen,
pero todas las subidas no, siempre hay de más. Lo denuncio. Tras cubrir unos 10
kms., nos quedaba pasar la zona de los molinos, de la que nos habían hablado
mucho y mal: “que si son 78 interminables molinos”, “subidas y bajadas
rompepiernas”, “que se hace larguísimo”, “que es lo peor”. ¿Peor que Amboto?
¿Peor que la bajada de Gorbea? Para mí, no. Efectivamente es una sucesión de
“pechugazos” que diría quien yo sé, con bajadas y tramos más llanos, que se
hace larga. Pero poco a poco y trotando cuando se podía, fue pasando. Además,
como había niebla, no veíamos la hilera de molinos. Los oíamos, eso sí. Lo que
nos cabreaba era que en lugar de avanzar por la pista que los une, nos hacían
ir haciendo eses fuera de ella. ¡Qué necesidad hay! Al pasar junto al molino
78, estábamos ya en el km. 82, y eso era estar ya como quien dice en el tramo
final. Al menos eso pensábamos.
Trotábamos
cuando se podía para plantarnos cuanto antes al pie del Aizkorri. En cuanto nos
parábamos por “motivos técnicos menores”, nos pasaban personajes con bota,
pantalón largo y mochila poderosa que parecía que caminaban a ritmo normal,
pero no, necesitábamos trotar para alcanzarles y pasarles. Eso nos desquiciaba.
Nos mirábamos incrédulos. ¡Qué
barbaridad! Habrá que entrenar lo de caminar deprisa. Parecíamos estar en un
bucle temporal, continuamente adelantábamos o nos adelantaba la misma gente.
¿Estaríamos soñando o qué?
Bajo la sierra
del Aizcorri, quiso salir tímidamente el sol. Ascendiendo al pico, se disipó la
niebla, las vistas fueron espectaculares, pero pasaban ya las siete de la tarde
y esto no duró mucho. La subida la hicimos a buen ritmo. Es una subida por
sendero muy marcado, con piedras y tal, pero sin dificultad.
Bonita cima, la
única que hicimos de día. Coronamos a las 19h. 31’ de carrera. Quedaba tan sólo
descender. Vimos el bonito anochecer bajando de la cima. Poco nos había durado
el intervalo de poder ver a nuestro alrededor.
Nos habían dicho que la bajada
al principio era mala y después ya descenso entre bosque. Correcto, entre
bosque, pero malo también. No como Gorbea, no como Amboto, pero de cómodo,
nada, y menos a estas alturas. Aunque siguiendo nuestra táctica de “ni muy
aprisa ni muy despacio”, íbamos pasando a grupos que caminaban, algunos con
acompañantes sin dorsal. Porque nosotros en cuanto se podía, a trotar. Que se
podía poco. Además, hay un par de repechos que, “mecagonros”,… Alguno gritaba
que era el primer descenso a meta que hacía subiendo. Hay que intentar no
perder el humor.
El último
tramo de bajada es bueno, sí. En concreto cuando se llega al pueblo, al asfalto
(nótese la ironía). No me alargo más que bastante larga fue. A las 21h. 45’
llegábamos la meta entre gritos de “Oso Ondo”, “Txapeldunes” y demás.
Puesto 667 de 965. Y si salieron 1.700…pues significa
que hubo bastantes abandonos. Dicen que hubo muchos en Otxando por frío.